domingo, 25 de marzo de 2012

Lupus Eritematoso Sistemico

Esta es una enfermedad que produce manifestaciones clínicas varias con extensas lesiones sistémicas, del tejido conectivo vascular, dermis y membranas serosas. Caracterizado también por remisiones y exacerbaciones. Es una enfermedad crónica y su pronóstico dependerá del diagnóstico temprano y de las complicaciones que puedan aparecer. Esta entidad es mas frecuente en la mujer que en el hombre (9-1) y en la mayoría de los casos ocurre entre los 16 y 50 años. Dentro de su etiología se habla de factores infecciosos, genéticos, ambientales, endocrinos y químicos. Infeccioso pues los virus pueden atacar el sistema inmunológico y desencadenar esta enfermedad; Endocrino pues es mas frecuente en la mujer y podía ser los elevados estrógenos los desencadenantes en un momento determinado del LES; Genético pues se ha visto en familias que ya padecen sus antecesores esta enfermedad; Ambientales pues las radiaciones ultravioletas incidiendo en la piel puede producir lesiones de este tipo focales; Químicas pues se ha visto seudolupus en pacientes que han tomado hidralazina y procainamida. En definitiva, la propuesta etiopatogénica más aceptada es la que considera que un estímulo o varios estímulos etiológicos (agente infeccioso, radiación u otros) actuarían sobre una serie de variables de un huésped genéticamente susceptible, como la inmunidad celular, la inmunidad humoral, el sistema mononuclear fagocítico y/o el sistema del complemento. La interacción de éstos originaría la aparición de mediadores (inmunocomplejos circulantes, anticuerpos citotóxicos, células citotóxicas y/o mediadores químicos) que, como sistemas efectores, serían responsables de las distintas manifestaciones de la enfermedad. La prevalencia del LES oscila, según la población estudiada, entre 4 y 250 casos por 100.000 habitantes. Es más frecuente en la raza negra. La proporción entre sexos en la edad adulta es de 9:1 a favor del femenino, pero en la infancia la relación puede ser de 5:1 y en pacientes mayores de 65 años de 2:1. En el 65% de los casos la enfermedad comienza entre la segunda y la cuarta décadas de la vida; el 20% de los enfermos tiene menos de 16 años y el 15% restante más de 55 años. Los síntomas pueden ser generales: Astenia, anorexia, pérdida de peso, fiebre y especificos de áreas determinadas, como las de la piel, eritemas en alas de mariposa, lesión maculo-papulosa, articulares (representan el 95% de los síntomas), artralgias, artritis, en ocasiones migratorias, respiratorias, neumonitis, hemoptisis, pleuresías, cardiovasculares, miocarditis, hipertensión arterial, endocarditis, renales (50%), albuminuria, síndrome nefrótico, glomerulonefritis, síntomas digestivos, nauseas, vómitos, dolores abdominales, hematemesis, melena, hemolinfopoyetico, adenopatías, esplenomegalia moderada, neurológicas (15-75%), alucinaciones, trastornos de la memoria, ansiedad, polineuritis, diplopía, hemiplejia, hematológicas, anemia (60-80%), leucopenia, púrpura trombocitopenica, hipergamma-globulinemia. Eritrosedimentación muy acelerada. En el Lupus se observan situaciones peculiares, como: Lupus cutáneo subagudo; Lupus medicamentoso (seudolupus). Sus manifestaciones son las señaladas con predominio de unas u otras. Las distintas manifestaciones clínicas, con el soporte de ciertos datos de laboratorio, son los parámetros más utilizados para diagnosticar el LES. Con objeto de homogeneizar los diversos grupos de enfermos que son motivo de estudio, el American College of Rheumatology publicó, en 1982, unos criterios de clasificación, que han sido revisados en 1997, en los que se reflejan las afecciones orgánicas más típicas y las alteraciones inmunológicas más significativas. De los criterios propuestos, para el diagnóstico de LES se requiere la presencia secuencial o simultánea de, como mínimo, cuatro de ellos. Su aplicación ha sido de gran ayuda por su especificidad y su sensibilidad, que alcanzan el 96%. No obstante, a veces, el diagnóstico de LES es prácticamente incuestionable sin que el enfermo reúna los cuatro criterios, ya que algunos, como el eritema malar, los ANA, los anticuerpos anti-Sm y los anti-DNA nativo a títulos elevados son muy sugestivos de la enfermedad. Para concluir diremos que, como consejos de tipo general debe recomendarse evitar la exposición a los rayos ultravioleta en los enfermos con fotosensibilidad, no tomar fármacos con capacidad para desencadenar nuevos brotes (anticonceptivos) y prestar una adecuada atención a las situaciones que pueden reactivar la enfermedad (embarazo, infecciones, aborto, intervenciones quirúrgicas). Los medicamentos que actualmente se usan con mayor frecuencia para el tratamiento del LES son: antiinflamatorios no esteroides (AINE), antipalúdicos, glucocorticoides e inmunodepresores. El empleo de cada uno de ellos depende del tipo y de la gravedad de las manifestaciones clínicas.

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